18 de Julio 1790, Montevideo, Uruguay.

Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023. Por Alejandra Dopico, investigadora de la BNU

Jon Fosse nace en Haugesun, Noruega. Su obra abarca poesía, drama y narrativa, cuentos infantiles y traducciones. Elige para su escritura el uso del nynorsk, uno de los dos modelos oficiales del idioma noruego escrito, aunque esta lengua reúna a menos del doce por ciento de la población. Fue creada en el siglo XIX como una variante del danés y por lo que se puede leer en línea resulta resistida por los sectores conservadores de Noruega.

Haugesun es un pequeño municipio de poco más de setenta kilómetros cuadrados y su población no alcanza los cuarenta mil habitantes. Aun así, resulta un centro cultural dado que es sede de varios festivales como el Festival Internacional de Cine Noruego y el Sildajazz que convoca a más de cincuenta bandas.

El reciente 10 de diciembre se hizo efectiva la entrega del Premio Nobel de Literatura por la Academia Sueca que destaca lo innovador de sus piezas dramáticas y de su prosa “que da voz a lo indecible”. En este punto es en el que me interesa ahondar. Eso indecible se reconoce, por ejemplo, en los primeros párrafos, de Mañana y tarde (2000), breve novela, en que propone la experiencia de apnea. Destaco la capacidad de quitar el oxígeno, para ello, no se apoya en la sorpresa de los grandes hechos ocurridos, que no parecen suceder nunca sino por la propuesta sintáctica sin puntos finales, por lo que la extensión de las oraciones lleva a la asfixia al lector, además y, sobre todo, porque hay momentos en los que la garganta se cierra de angustia.

Otra variable es pensar esta apnea como esa práctica deportiva extrema que tiene como base la suspensión voluntaria de la respiración. Entonces su lectura resulta un ejercicio que nos lleva a explorar los límites posibles, no ya de nuestra capacidad torácica sino de las múltiples formas de escritura. De esta manera, se desafía la concentración, tanto en las repeticiones de vocablos, de frases enteras, de acciones, como de nombres de personajes e incluso de sus vidas para lograr llegar al desenlace con aire en los pulmones.

Ese límite se ejercita desde la técnica lingüística que propone Fosse que resulta todo un entrenamiento intelectual porque logra presentar las grandes preguntas humanas en los más pequeños gestos cotidianos. Esa es la cuestión, ese ejercicio “inofensivo”, lleva a otro plano la lectura que por resultar monótona y constante como los latidos del corazón; silenciosa y agobiante como cuando se está sumergido en el mar, brinda un espacio para la contemplación de lo que entendemos por realidad. En ese momento, no se piensa ya en la técnica sino en qué hace uno sumergido en esa insondable inmensidad. Las palabras dirigidas a Dios son constantes y el rezo acompaña cada inmersión desde la dura certeza que Dios existe pero que se encuentra muy lejos y además no resulta omnipotente a los ojos del narrador. Lejos de cuestionar la fe, todo adquiere una dimensión espiritual. En tanto la repetición de los hechos en un mismo personaje o en una línea filial demuestra lo inútil de la individualidad. Esto evidencia, más bien, un rol o una función que, es destinada a realizarse una y otra vez, más allá de uno mismo. La pequeña existencia individual y rutinaria logra que lo trascendente brinde el oxígeno que la austera realidad quita. Parece haber una verdad que se repite más allá de la existencia individual, el abuelo nace en su nieto que también será pescador y no se cuestiona el asunto del doble, sino que más bien parece que con eso se sostiene el hilo vital, ese soplo que transciende lo particular, realismo místico, le llama el mismo Fosse.

Alejandra Dopico.

Investigadora de la Biblioteca Nacional de Uruguay.

*Fotografía de portada: Tom A. Kolstad/Det norske samlaget., CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons