18 de Julio 1790, Montevideo, Uruguay.

Homenaje a China Zorrilla y María Esther Gilio

Desde el 2020 se están celebrando los centenarios de diferentes figuras que conformaron la llamada Generación del 45: Julio C. Da Rosa, Idea Vilariño, Mario Benedetti, José Pedro Díaz, Amanda Berenguer, Emir Rodríguez Monegal. Este año se abre el panorama a figuras vinculadas al periodismo y el mundo de la actuación: China Zorrilla, María Esther Gilio, Carlos Maggi, Antonio «Taco» Larreta y Homero Alsina Thevenet.

A China Zorrilla y María Esther Gilio las une algo más que el año de nacimiento, el reconocimiento y cariño popular, dado que ambas tuvieron intereses en común.

China Zorrilla, elegida este año como figura central para celebrar el Día del Patrimonio, desde pequeña supo que quería dedicarse a la actuación y, según le relata a Jorge Traverso, contaba con la aprobación del abuelo, nada menos que Juan Zorrilla de San Martín. Ella lo dice del siguiente modo:

Don Juan me manifestó una vez que yo le iba a dar la satisfacción que nadie le había dado en toda la familia. Entre sus descendientes podíamos encontrar de todo. Había jesuitas, ingenieros, abogados, escribanos, escultores, pintores, poetas y cantantes.
Pero en esa galería faltaba un actor. Mi abuelo sentía pasión por el teatro; por eso le entusiasmaba la promesa de que yo ocupara ese vacío. (Traverso, 1992: 287).

En cambio, María Esther Gilio, cuya primera profesión fue la abogacía, se hizo periodista de adulta. Esto sucedió gracias a la admiración que sentía por la pintura de Alfredo De Simone que la llevó a escribir un artículo para el diario La Mañana y, de allí, la reclutó Carlos Quijano para Marcha.

El Archivo Literario de la Biblioteca Nacional custodia y conserva la Colección María Esther Gilio, en esta descubrimos que el mundo de las artes escénicas fue una zona predilecta de la periodista. Entre los materiales de Gilio se encuentra un cuaderno dividido en diferentes secciones temáticas tituladas: «Cosas», «Cine y teatro», «Literatura», «Poesía» y «Arte». Al abrir el cuaderno lo primero con lo que nos topamos es con una fotografía del dramaturgo Jacobo Langsner -amigo de María Esther y de China Zorrilla- con él y con el director Mario Caraceni mantiene una entretenida correspondencia. También se conservan entre su papelería entrevistas a Vittorio Gasman, Luisina Brando, Jean François Casanovas, Imanol Arias, Tato Bores y por supuesto a China Zorrilla, entre varios más.

En esta galería de actores y actrices hoy queremos destacar a China Zorrilla. La entrevista que se conserva fue publicada en Brecha el 4 de octubre de 1996 y se tituló «Una larga travesía». María Esther guardó una fotocopia de la página del semanario y es llamativo que, después de publicada, Gilio hiciera correcciones de puño y letra como se puede apreciar en la imagen.

Colección María Esther Gilio, Archivo Literario, Biblioteca Nacional.

Otras dos curiosidades se pueden encontrar en la colección María Esther Gilio, la primera se trata del borrador que posiblemente fuera la introducción a la entrevista y que no llegó a la prensa. Es un texto delicioso de leer porque recupera los momentos previos a la entrevista propiamente dicha. Este borrador se encuentra manuscrito en uno de los cuadernos de trabajo de la periodista.

En las páginas se puede leer la siguiente y teatral escena:

Hará pocos días que se había estrenado «Besos en la frente», la película que protagonizaban China y Leonardo Sbaraglia cuando vi a China en su casa de la calle Uruguay.
Un poco despeinada y con un vestido de seda verde agua, que le tapaba los zapatos.
China me esperaba tejiendo junto a la ventana del living. Me miró y sin saludarme dijo: «Mirá la enredadera del jardín de abajo».
-Es curioso, no se ve ni una hoja verde. Sólo flores amarillas
-Es curioso, pero este departamento lo compré sobre todo, por ese jardín que no me pertenece pero conozco de la a a la zeta. Cuando se llena de flores el mango de la izquierda, cuando empieza a chocar el arbolito que está en frente a la fuente. Que plantas son las que más brillan después de la lluvia y cuales se ponen tristes cuando empieza el verano.
-¿Qué estás tejiendo?
-Recuerdo una obra que hicimos hace mil años en el Sacre C[oeur] en que un personaje decía «¿Qué estas tejiendo?» y la mujer que tejía, una joven muy bella de largas trenzas color trigo respondía «Mi mortaja».
-¡Mi Dios!
China ríe un rato.
-Así eran las obras en el colegio de hermanas en esa época. Siempre muy dramáticas.
-¿Y qué pensabas tú de eso?
-Yo me daba cuenta… o mejor, creo que me daba cuenta de las ñoñerías y los disparates - dice y queda un rato pensado-. Soy mala, No todas eran así. También hacíamos cosas buenas. Clásicos españoles, por ejemplo. O completamente cosas sencillas, tiernas, sin pretensiones que hacían reír o llorar un poco.

Estas líneas, que no salieron en prensa, confirman al personaje que pasa de la reflexión íntima y de la nostalgia al humor, que es capaz de sorprender a su interlocutor en un segundo y que cautiva con su don de narradora.

La segunda curiosidad anunciada se trata, otra vez, de una entrevista a China Zorrilla, pero en esta oportunidad la periodista es Ana Larravide, amiga de Gilio. En este reportaje, «El teatro nos ayuda a ser felices», podemos encontrar otro punto de contacto entre ambas homenajeadas, allí China relata su pasaje por el periodismo; es que esta mujer además de actriz, directora y traductora fue cronista y quién mejor que ella para contarlo.

-¿Por qué llevás máquina de escribir?
-Y... yo escribo mucho. Siempre estoy traduciendo o adaptando obras. También, muchas cartas.
-¿Cartas?
-Sí.
-Creía que tu forma predilecta de comunicarte (teatro aparte) era el teléfono... ¡que eras la diva del teléfono blanco!
-Contesto todas las cartas que recibo ¡y recibo miles! Pero las contesto, todas. Abre un cuaderno y muestra columnas de nombres, con picuda «letra del Sacre Coeur»: Acá anoto todas las personas a quienes les escribo.
[...]
-¿Sabés? yo he hecho mucho periodismo. Empecé, precisamente, escribiendo cartas.
Y así asistí a un festival de cine en Cannes.
-¿Cómo fue?
-Yo le mandaba a mamá largas cartas, a mano. Estaba en París. Me invitaron a Londres - los Páez Vilaró, pobre Miguel, que murió hace poco? a ver la coronación de la reina Isabel II. Esas cartas mamá las prestó, a no sé quién, y llegaron a manos del director del diario El País, de Montevideo, que propuso publicarlas. Así empecé. Un día, con mi carnet de periodista fui a las oficinas del Festival de Cine de Cannes, para acreditarme. «Ah ¿sí? traiga seis notas publicadas por usted en algún diario». Las pedí a Montevideo y me mandaron seis páginas con mis cartas y la foto mía con un epígrafe: «China Zorrilla escribe para El País». Los franceses se quedaron bizcos y me mandaron al mejor hotel que disponían.
Fue el año en que el premio lo ganó La Dolce Vita. También presentaron, esa vez,
Nunca en domingo, con Melina Mercoury, Ben Hur y La balada del Soldado.
Me pasé todo el festival persiguiendo a Fellini. Tengo una toma de video grabada en la que él me hace así con la mano, como diciendo «Terminála, nena».
Más adelante, en Montevideo, conduje un programa de televisión, Viejo Hogar.
Primero se llamó Hogar Club, en el canal 12. De dos a cinco, todos los días. Después nos fuimos al 10.

La entrevista se realizó en diciembre de 1994 y se publicó en El Observador, se puede leer en el blog de la autora.

Ambas mujeres incursionaron en el campo de la otra. China practicó el periodismo cultural, mientras que Gilio ?además de su interés por comprender las transformaciones que experimentan quienes se suben a un escenario? se ha dicho, y ella lo ha aceptado, que utilizaba cierta máscara, generalmente la de la ingenuidad, para realizar las entrevistas.

China Zorrilla supo ser una entrevistada generosa que no fue renuente a los periodistas, porque entendía que estos estaban haciendo su trabajo y eso merecía respeto. En cada entrevista regaló a nuevas generaciones sus testimonios.
Pasados los años recopiló aquellas cartas enviadas desde Europa a su madre y publicó Diario de viaje (2014). Vale comentar aquí que el viaje sucedió entre diciembre de 1959 y marzo de 1960, por ese entonces la sección «Espectáculos» de El País estaba a cargo, nada más y nada menos, que de Homero Alsina Thevenet.

María Esther Gilio y China Zorrilla ganaron el cariño y respeto de su público, tanto en Uruguay como fuera de fronteras, especialmente en la Argentina, por su gran trabajo y su proceder solidario.

Por último quisiéramos referir otro episodio que las une. Se trata del regreso al país de Gilio, quien como tantos sufrió el exilio durante la dictadura, ella lo narra en una entrevista que le hicieron en TV Ciudad para el programa Testigos (1999).

Yo vine el primero de marzo de 1985, llegué con China Zorrilla en el barco de La Carrera y China, por primera vez en su vida, le dio la primacía a su compañera, porque íbamos a salir y me dice: «No, no. Tenés que salir vos primero». Muy graciosa. Estaban como cuarenta amigos esperándome, mi familia, todos.

El gesto de la actriz que cede el protagonismo a la periodista y el gesto de la periodista que rescata ese momento hablan de la grandeza de ambas y del reconocimiento mutuo.

Referencias

Colección María Esther Gilio, Archivo Literario de la Biblioteca Nacional

Traverso, J. (1992). Primera línea: catorce entrevistas y un recorrido por un mundo de sueños. Fundación Banco de Boston

TV Ciudad (1999). Testigos

Zorrilla, C. (2014). Diario de viaje. Ediciones de la Plaza

*Investigación a cargo de Vanesa Artasánchez, Biblioteca Nacional.