18 de Julio 1790, Montevideo, Uruguay.

Fernán Silva Valdés en el Archivo Literario de la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional tiene la alegría de comunicar que en este año que se cumple el aniversario 110 de la publicación Ánforas de barro, primer poemario de Fernán Silva Valdés, se comenzó la tarea de inventario de su colección que se encuentra alojada en el Archivo Literario.

Fernán Silva Valdés (1887-1975) recordado como poeta nativista de los años veinte, dejó unas páginas deliciosas en las que cuenta su vida y a las que sin ambages tituló Autobiografía (1958). Siempre es interesante conocer el relato que una persona hace de su vida, porque de este modo podemos ampliar la imagen que se ha cristalizado del autor y de su obra, muchas veces reducida a un puñado de poemas.

Desde el preámbulo de la Autobiografía el autor busca achicar la distancia con sus lectores y simula una conversación o, como él mismo dice, una parla con su auditorio. Comienza por el principio y recuerda su infancia en Sarandí del Yí a través del siguiente romance:

ROMANCE DE MI INFANCIA

Pueblo Sarandí del Yí
acollarado a mi infancia,
en mi borroso recuerdo
tengo, patente, mi casa:
un caserón primitivo
con sus tejas coloradas
atado por un sendero
al gran árbol de la plaza.

Mi padre siempre escribiendo
en hojas inmaculadas;
mi madre con su costura
toda rodeada de hilachas.
La peona cebando mate
en una gran calabaza;
un mulato me mecía
entre dos tragos de caña;
y para mi boca niña,
para mi boca paisana,
no había más caramelos
que el canto de las calandrias.

Tenía que salir cantor
de las cosas uruguayas
quien tuvo padres y abuelos
criollos en cuerpo y en alma;
y vivió en un pueblo gaucho
varios años de su infancia;
y tuvo por digno ayo
mulato de aquella laya,
y tuvo por caramelos
el canto de las calandrias.

El autor cuenta que este romance es muy popular entre el público infantil, público al que conoce de primera mano en las visitas y presentaciones que realiza en las escuelas. Es probable que muchos de los lectores del siglo XXI desconozcan esta zona de la producción de Silva Valdés, sin embargo, varias generaciones disfrutaron de poemas como los siguientes:

ÑANDUTÍ

Ñandutí:
tela de araña donde se enredan los ojos;
trampa cazadora de miradas;
dulce geometría de las tristes
mujeres paraguayas.

Ñandutí:
arabesco tejido;
en el telar de la paciencia india
arabesco tejido a punta de suspiros.

Ñandutí:
América tan grande,
América tan áspera,
América tan ruda
ha dado en ti su filigrana única,
¡Ñandutí!

EL NIDO

Los árboles que no dan flores
dan nidos;
y un nido es una flor con pétalos de pluma;
un nido es una flor color de pájaro
cuyo perfume entra por los oídos.

Los árboles que no dan flores
dan nidos.

 

Los libros Leyendas y poesías para los niños y Ronda catonga fueron verdaderos clásicos infantiles. En entrevista con Rafael Heliodoro Valle para la Revista de la Universidad de México Silva Valdés confiesa respecto de la escritura para niños que «Es un don, que me lo descubrieron Juana de Ibarbourou y Luisa Luisi» (p.12). Pero antes de este descubrimiento, Fernán Silva Valdés escribió bajo el influjo de Prosas profanas, de Rubén Darío y Los peregrinos de piedra, de Julio Herrera y Reissig sus dos primeros y modernistas libros: Ánforas de barro (1913) y Humo de incienso (1917). Esos fueron sus años de joven bohemio y morfinómano decadentista que luego dieron paso a un renovado y renovador poeta nativista.

Agua del tiempo (1921) es el tercer libro y el parteaguas en su poética. Tan tajante fue la ruptura entre un estilo y otro de poesía y vida que en el archivo no hay vestigios de esa primera etapa.

Silva Valdés en sus papeles

En el Archivo Literario se conservan varios borradores, tanto manuscritos como mecanografiados, de poemas de su etapa nativista, también hallamos libretos dramáticos, impresos de sus trabajos en revistas y periódicos y otros materiales llamativos. Entre estos últimos podemos destacar el título El payador, argumento para un film nacional del que se conservan un original y cuatro copias e incluye algunas anotaciones técnicas que revelan su atención al lenguaje cinematográfico.
En la misma línea de los hallazgos encontramos dos argumentos para ballet: uno, El arroyo de Las Tres Marías contaba con música de la compositora argentina Elsa Calcagno (1905-1978) y otro, llamado Mburucuyá, ballet indígena llevaba música de Eduardo Fabini (1882-1950). De este último se conserva el programa de mano que permite saber que fue estrenada en el SODRE en el año 1933 y también se presentó en el Teatro Colón de Buenos Aires.

Además, se relevaron una serie de documentos que son nada menos que los registros de autoría, tanto en AGADU como en la Biblioteca Nacional, de varias de sus obras literarias y musicales ya que Silva Valdés también fue letrista de tangos, canciones y milongas como: Décimas al tango de la guardia vieja, Clavel del aire, Quejas, Margarita punzó, Agua florida, Adiós Argentina.

Silva Valdés letrista

Clavel del aire, tango interpretado por Carlos Gardel.

Yo me llamo «Juan te quiero», milonga interpretada por Ernesto Famá.

El árbol del olvido, vidalita interpretada por Alfredo Zitarrosa.

Gracias a este tipo de registro podemos calibrar su actuación en Argentina, ya que se conservan documentos del Círculo Argentino de Autores que detallan los derechos de representación cobrados entre los años 1931 y 1934, y además se indica el nombre de los teatros, radios y localidades en que fueron utilizadas sus obras.

Otra curiosidad son las más de doscientas portadillas de libros dedicadas, por diferentes autores, a Silva Valdés; este conjunto de piezas permiten reconstruir la red de relaciones literarias del escritor, en ellas circulan nombres como: Ildefonso Pereda Valdés, Julio J. Casal, Alberto Nin Frías, Humberto Zarrilli, Edmundo Montagne, Nicolás Fusco Sansone, Roberto Ibáñez, Valentín García Sáiz, Luisa Luisi, Alberto Lasplaces, Federico Morador, Sarah Bollo, Julio Raúl Mendilaharsu, entre otros nombres del ámbito local, pero también hallamos artistas de otros países: el poeta peruano Emilo Adolfo Westphalen, el dramaturgo brasileño Paschoal Carlos Magno, el poeta y periodista argentino Cayetano Córdova Iturburu, el escritor ecuatoriano Vicente Moreno Mora, el crítico musical argentino Mayorino Ferraría, la poeta y dramaturga española Concha Méndez Cuesta integrante de Las Sinsombrero, el poeta y guionista argentino Pedro Miguel Obligado, el poeta peruano Alberto Mostajo, la poeta cubana Mercedes Torrens de Garmendia, la novelista francesa Marcelle Auclair, el poeta chileno Joaquín Cifuentes Sepúlveda y muchos más.

El archivo nos acerca a un autor multifacético y curioso, no solo por los distintos géneros literarios que abordó, sino porque a ello sumó su interés por otros medios de comunicación como el cine y la radio.