18 de Julio 1790, Montevideo, Uruguay.

Centenario Sarandy Cabrera

El 14 de setiembre de 2023 se cumplieron cien años del nacimiento de Sarandy Cabrera (Rivera, 1923 - Montevideo, 2005) y para celebrarlo la Biblioteca Nacional comenzó el proceso de catalogación del material de archivo que perteneció a este integrante de la generación del 45. Luego de diez años de que se haya efectuado la donación de su papelería personal y, gracias a un acuerdo con su familia, los investigadores del Archivo Literario podrán acceder a este material.

Cabrera es uno de los escritores más multifacéticos de su promoción. Fue poeta, dibujante, profesor de matemáticas, constructor, cronista de fútbol, apasionado tipógrafo y traductor.

 

Formó parte de varios proyectos culturales decisivos del Uruguay de mitad de siglo XX. Fue uno de los fundadores de Número, una de las publicaciones emblemáticas de su generación; se encargó del diseño gráfico de la revista y compartió la tarea de edición junto a Idea Vilariño, Emir Rodríguez Monegal y Mario Benedetti. Participó del Taller Torres García, donde fue uno de los creadores de la revista Removedor, además de diseñar los libros que publicaba el Maestro.

Reunión de Número (arriba): Emir Rodríguez Monegal, Zoraida Nebot, Manuel Claps, Idea Vilariño, Luz López, Baíta Sureda (abajo) Sarandy Cabrera y Mario Benedetti.

A comienzos de los años sesenta, fundó y dirigió Carumbé, que tuvo una vida breve pero memorable, en sello editorial y discográfico Alfredo Gravina publicó algunos cuentos y Los Olimareños grabaron su primer disco. Hasta 1963 fue colaborador de El Popular y por más de veinte años participó en el semanario Marcha: entre 1950 y 1952 estuvo a cargo de la página literaria, también fue caricaturista (1951-1954) y corresponsal en Pekín entre los años 1963 y 1965, cuando vivió allí junto a su familia.

En 1957 Cabrera inició un extenso viaje por Oriente, su admiración por China lo hizo volver dos años después, para regresar nuevamente en 1963 e instalarse en Pekín. Después de haber retornado a Montevideo, la situación política lo obligó a exiliarse, primero en Santiago de Chile, luego en Buenos Aires, pero la instalación de regímenes dictatoriales en estos otros países del Cono Sur lo llevó exiliarse en Suecia, en 1977. Antes de regresar a Uruguay vivió en Viena (1984) y en Ginebra hasta 1990, año en el que regresó definitivamente a Montevideo, donde continuó escribiendo poesía y polémicos artículos en La República, bajo el sugerente título de «Patada de burro viejo».

En Suecia, fundó Vintén Editor, sello editorial en el que continuó trabajando su hijo Daymán, fue él quien en 2004 publicó la Obra poética escogida, publicada e inédita de su padre, un recorrido por sesenta años de poesía. Allí expresaba: «Sarandy no tiene plan para su obra ni para su vida, su estética nace de sí mismo, sigue los acontecimientos de su tiempo y no sirve señores de ningún linaje […] Él mismo es poesía en marcha y en construcción, su ser por entero está en movimiento permanente, tratando de acordar una versión definitiva para el hoy, ya que mañana nos prodigará con otra nacida a resultas de la fricción con el hostil devenir de las cosas».

Bibliogafía

Sarandy Cabrera fue un gran renovador de temas y estilos dentro de la generación del 45. Su obra y su personalidad presentan varias aristas; múltiples vertientes confluyen en este poeta camaleónico, que nunca renegó de la tradición surrealista o picaresca o clásica.

Onfalo (1947), su primer libro, fue bien recibido por la crítica, de él dijo Idea Vilariño: «Cabrera tiene un tono espiritual muy propio y también, sin salirse de la enumeración, cantidad de hallazgos muy personales». Esta ópera prima configura junto a sus siguientes libros, De nacer y morir (1948) y Conducto (1949), un momento de su poesía, en el que resuenan ecos nerudianos.

ARTE POÉTICA

Dejo morir al tiempo, no recojo

su carozo presente, su círculo mordido

su lágrima, su amargo botón, su sal hirsuta

y escucho solo el hueco de su silencio hermoso.

 

dejo morir la hora, la pierdo y la recojo

ya untada de pasados ejercicios

más encendida y más desmenuzada

venida de su luz y de los giros

despaciosos, brumosos, que empujan sus acentos

y sus cosmogonías.

Dejo morir y espero la nota cristalina

que empuñan los recuerdos

y de su filtro mágico

revenido recojo mi mundo verdadero. […]

Luego de diez años sin editar otro libro, Poso 60 (1959) recoge los poemas escritos durante esa década, muchos ya se habían publicado en Marcha, El Popular, Número y Gaceta de Cultura. Como advierte el autor en el prólogo, este conjunto tiene algo de antología, por lo que se permitió la libertad de incluir textos de sus tres poemarios anteriores «por los cuales sient[e] todavía predilección y cre[e] que muestran viva coherencia interior y de forma».

En 1958, Cabrera había dado a conocer «La furia», serie de tres sonetos escritos con motivo de la bomba de Hiroshima. Poco a poco el interés por el mundo político y social va ganando terreno en su poética. A fines de la década del cincuenta había comenzado su militancia en filas de izquierda, convencido de que «el arte y la poesía no son los productos determinantes de la sociedad, sino subproductos de procesos más hondos que —ellos sí— importan de manera fundamental y a los cuales todo debe subordinarse».

Poemas a propósito (1965), Banderas y otros fuegos (1968) y Poeta pistola en mano (1970) conforman otra zona de esta poética, de compromiso con la revolución y con una práctica social urgente. Así lo expresa en el prólogo del último de estos libros:

«Aquí en mi país, en nuestro continente, con lo que me toca de dolor, de odio, de muerte, de vejación y de decisión de aventar tanta infamia, nacen estos poemas. Van disparados en ráfagas sucesivas porque el poeta ya no puede aventurarse en este mundo si no es pistola en mano, ni tampoco mantener el índice paralítico ante tanta corrupción y dolor como nos duele en el ámbito de la patria y del mundo. […] Ofrezco pues, un libro contingente y ocasional. En tal sentido debe tomarse como una herramienta, como un martillo, una tenaza o —¿por qué no?— una pistola, objetos todos que sobreviven maravillosamente pulidas por la mano, o se quiebran si su temple no alcanza al esfuerzo que su tiempo les exige con toda razón».

PRIMERA RÁFAGA

El poeta se apresta ante pares e impares

A decir poesía desagradable.

El poeta considera que ahora en este punto

la llamada protesta

si no afecta en carácter de cosquilla

el sentimiento de los poderosos

menos sus intangibles intereses.

 Suele el rico citar a los cantores

y les ofrece magnánimamente

radio televisión y prensa grande.

 (De ahora en adelante

se trata de emitir nuestros mensajes

entre nosotros mismos,

con el manejo de un lenguaje nuevo.)

 […]

 Se acabó la dorada

Franquicia del poeta.

Pistola en mano bala en la recámara

Disparará sus balas verbales o letales

En fuego sucesivo o simultáneo.

 

Firmó los libros Décimas cubanas (1960), A la desgracia chilena (1960) y Lucha y dolor del Paraguay (1961) bajo el seudónimo de Pancho Cabrera, utilizó la décima como unidad estrófica para referirse a la solidaridad con otros pueblos del continente. Heredero de la tradición de Bartolomé Hidalgo y, a su vez, renovador de antecedentes nacionales, esta línea de su producción, de canto y de protesta, lo ubica en el universo popular y payadoresco.

Además de los títulos de su autoría, Cabrera fue difusor de la obra de otros escritores. Fue un apasionado traductor de Petrarca, pero también de Ronsard, Louise Labé, Edgar Lee Masters, Cecco Angioleri, John Donne y Pietro Aretino. Los epigramas eróticos de Marcial contribuyeron al conocimiento del género libertino, que él también practicó con éxito y del que casi no hay antecedentes en nuestra literatura, salvo la Nomenclatura y apología del carajo de Francisco Acuña de Figueroa, que Cabrera reeditó en Vintén y homenajeó con su Nomenclatura y apología de la concha (1989). En este, y otros poemarios, las cosas se llaman por su nombre con desenfado y sentido del humor. Lo obsceno y el desacato al «decoro verbal» son moneda corriente en estos versos libertinos, en los que el poeta y sus musas se ríen de las pacatas convenciones sociales. Algunos títulos de esta vertiente de su poesía: Soneroticón (1980), Camasutrón (1982), Sonetos de Don Pijote (1983), Poesía libertina (1988), Gracias y desgracias del Santo Pedo (1990).

SONSILIENTE

Buenos cuernos ponía la pescadora

a su marido que era tan machote

y a todos daba con el calabrote

seguro de su hembra encantadora.

 

¡Qué meneo de carne incitadora

qué tetas y aquel culo tan anchote!

No diré que me vino de rebote

porque me atrajo de temprana hora.

 

Me pareció una meta inalcanzable

aquella boca que se me ofrecía

y luego me eludía inabordable.

 

Pasó lo que pasó, no por meneallo,

lo de los cuernos no es habladuría

y lo que sé mejor, mejor lo callo.

 

Este poeta multiforme, ingenioso versificador, también mostró su habilidad en la composición de formas clásicas y versos medidos. A pesar de sus orígenes y del periplo de su obra llegó a hacer una «Defensa del soneto» en Quimerinos (1991).

COSAS PENDIENTES

Tantas cosas pendientes todavía

 y la vida se va a los borbotones.

Entre angustiosas solicitaciones

ganar la noche y aguardar el día.

 

Buscar el pan para la cofradía

caer herido mientras te pospones,

contra el tiempo que escapa no hay razones

y de nada te vale rebeldía.

 

Tanto sueño quebrado, tanto acaso

que al fin yo me pregunto cómo ha sido

y por qué todo abriga tal fracaso.

 

Viendo lo por vivir y lo vivido

mientras todo se escapa paso a paso

se va la vida digo y ya se ha ido.

Casi que como síntesis de su propio recorrido los Poemas zoológicos y otros delitos de opinión (1986) reúnen «los ingredientes surrealista, militante y libertino», porque en su obra poética se lee también al crítico y al editor, al polemista y al traductor. Pero vale la pena señalar que el universo de Sarandy Cabrera es mucho más amplio que el de su poesía, testimonio de esto es el estudio China y el colapso mundial del leninismo (1990).

 

Por otro lado, el volumen del archivo personal supera ampliamente los títulos publicados. Además de los cientos de manuscritos y borradores de sus libros y traducciones, la colección Sarandy Cabrera del Archivo Literario de la BNU está formada por diarios de viajes, libretas con apuntes personales, correspondencia, fotografías y libros que pertenecieron al autor. Hasta el momento se han clasificado dieciocho carpetas con documentos, impresos, originales, correspondencia e iconografía.

Que el festejo de este centenario sea la excusa para acercarse a la obra de Sarandy Cabrera, una de las obras más originales de la generación del 45.

Algunas opiniones

«Sarandy Cabrera pertenece como figura de primera línea al vasto movimiento que hacia el 50 reestructura las letras nacionales y es uno de los fundamentadores de la nueva lírica uruguaya […] Una poesía austera, cuyo compromiso es con el hombre en su rica complejidad y en su variada circunstancia que se reconoce como parte de una larga tradición creadora que canta con un tono viril, preciso, grave, cautamente enternecido por la realidad en que vive, crea y espera.

Ángel Rama, Marcha, 03/07/59.

«Pero qué pocos los poetas que se atreven a la experiencia, qué pocos, alcanzan a decir lo suyo. Uno de ellos es Sarandy Cabrera. La influencia de Vallejo o de Neruda es omnipresente en su primer libro: Onfalo (1947) el más caótico y rico de los que ha producido. Pero es una influencia que Cabrera asimila con alegría y que no le impide fundar su propia poesía. […] Sarandy Cabrera edifica un mundo que está presidido por una particular sensibilidad plástica, más que musical, y que encierra toda una mitología familiar, su propia mitología (y no la de otros). En esa línea, que corre debajo de los libros posteriores y alcanza hasta algún poema muy reciente, como el “Requiem con la calavera de mi padre”, se inscriben los más seguros logros de este irregular poeta, de fuerte autenticidad, pero de ordenada trayectoria»

Emir Rodriguez Monegal, Literatura uruguaya del medio siglo, 1966.

«El ímpetu desafiante de su personalidad, del que da cuenta, sobre todo, su labor literaria, es, por cierto, el rasgo que se hace más evidente en la larga, combativa y acosada trayectoria de Sarandy Cabrera. […] La voluntad provocativa, de nadar contracorriente, aun en las circunstancias más adversas; el manifiesto deseo de someter a cuestionamiento actos, actitudes y personalidades a la misma hora en que suelen concitar la simpatía y hasta el aplauso generalizados; el rechazo o abandono de formas ditirámbicas generadas en el entorno de los centros de poder; la deliberada irreverencia y el juicio profanador llevados a sus extremos: todas y cada una de estas líneas directrices orientan y definen el quehacer intelectual de un poeta construido a sí mismo a la sombra de su propia y conflictiva existencia, entrecruzada de fantasmas, amores, muertes, memorias, controversias, desafueros, peregrinaciones y utopías».

Wilfredo Penco, «Sarandy Cabrera, poeta o guerrero sin reposo», 2004.

*Investigación: Prof. Néstor Sanguinetti, Departamento de Investigaciones, Biblioteca Nacional.

Fuentes consultadas
Cabrera, Sarandy. «La batalla de la traducción» en El País Cultural n.° 130. Montevideo, 29 de abril de 1992.
García Robles, Hugo. «La poesía como arma», en El País Cultural n.° 791. Montevideo, 31 de diciembre de 2004.
Penco, Wilfredo. «Sarandy Cabrera, poeta o guerrero sin reposo», en Sarandy Cabrera, Obra poética escogida, publicada e inédita. Montevideo: Vintén Editor, 2004.
Peyrou, Rosario. «Publicar poesía es una forma de vida», en El País Cultural n.° 45. Montevideo, 24 de agosto de 1990.
Rama, Ángel. La generación crítica 1939-1969. Montevideo: Arca, 1972.
Rocca, Pablo. «Sarandy Cabrera: ardores de muchas militancias», en El 45, testimonios/entrevistas. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.
Rodríguez Monegal, Emir. Literatura uruguaya del medio siglo. Montevideo: Alfa, 1966.
Schinca, Milton. «Sarandy Cabrera», en Nuevo diccionario de literatura uruguaya. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2001.