El Archivo Digital José Enrique Rodó continúa creciendo. Esta vez, con la digitalización y transcripción del cuaderno Cómico-crítico, que se centra en el tema de la transpersonalización del crítico y otros temas afines como la transpersonalización del genio y el estado Glauco. Todos ellos registrados en la tabla del código ideográfico, con que Rodó ordenaba sus notas en los cuadernos borradores del ciclo de Proteo.

Al promediar el cuaderno Rodó escribe “Vivimos envueltos en una mentira única, inmensa, universal; la mentira del trato de la sociedad”. Reflexiona sobre el yo ficticio y toma notas al respecto hasta concluir: “Acaso lo que hay de más real en el mundo es la máscara del cómico”. La máscara del antiguo teatro griego representa, a modo de símbolo, la pluralidad de personalidades que anida en el ser humano.

Esta pluralidad converge con el tema de la transpersonalización del crítico. Al respecto Rodó se pregunta “¿Perderá la independencia el crítico, al transformarse en el alma del autor que ha de juzgar?”. Y a continuación recuerda que la transformación que subyace a lo largo de todo el ciclo de Proteo tiene su origen en la transformación a partir de la lectura.

El homo dúplex por excelencia es el crítico para Rodó. De modo que una y otra vez recurre a ejemplos de la literatura y el arte en general para mostrar su idea. Así recuerda a Goethe como el único gran poeta que fue un gran crítico y también lo relaciona con su creencia en la pluralidad de todo ser viviente. Los personajes interiores como Glauco forman parte de esta experiencia de transpersonalización que en el caso del autor de Ariel nació con la lectura y el hacer del crítico.

La explicación definitiva del título de este cuaderno la da Rodó a partir de la comparación del crítico con el cómico, llevada a cabo por Diderot. Este cuaderno está formado por 123 folios y es el octavo que publicamos en el Archivo Digital José Enrique Rodó de la BNU, que está a cargo de la investigadora Elena Romiti y cuenta con la colaboración de Vanesa Artasánchez, Alejandra Dopico y Néstor Sanguinetti de la BNU e investigadores honorarios.