Escribe: Alejandra Dopico Sanesteban, investigadora de la BNU.
“Por su obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”, la Academia Sueca concedió al escritor húngaro, László Krasznahorkai el Premio Nobel de Literatura 2025.
Sin colores, aunque se trate de un verde bosque o el rojo derramado de la caza, el anaranjado del posible fuego, o incluso el negro de la noche, los colores no se ven porque no hay luz, aunque sea de día, en los espacios propuestos.
Algo late debajo de la tierra y sobre ella y no es vida. La Academia sueca considera la literatura de László Krasznahorkai como literatura del apocalipsis. ¿Qué se revela? ¿Cuál es la profecía? Si para pensar en este término se requiere la participación de un don sobrenatural, no es en esta serie que se encuentra. Lejos de ese halo, los personajes y sus hechos se ejercitan en la ausencia de lo trascendente y, a la vez, en la ausencia de lo humano.
Relaciones misericordiosas (2023) es el libro de relatos por el que invito a entrar al universo del húngaro, traducido al español por Adan Kovacsis. El subtítulo propuesto es Relatos mortales. Paratextos estos que proponen las coordenadas de lectura de este territorio en el que se desarrolla la acción.
Estas exposiciones que se hacen de un hecho, no apelan a la misericordia como un estado lector condescendiente, sino más bien conclusivo. Es decir, dejan en evidencia que la misericordia solo le queda al lector como la compleción del circuito ficcional de lectura, dado que en los relatos los personajes no la tienen. No obstante eso, no dejan de ser víctimas devenidos en victimarios cuyo único enemigo parece ser el grupo o aquella fuerza que aliena.
Podría ser tranquilizador considerar sus narraciones como relatos distópicos porque esa categoría postergaría hacia el futuro las circunstancias propuestas en ellos, sin embargo, nada indica que no se trate de nuestro propio presente. Caer en la cuenta de que estos relatos son mortales obliga a pensar el alcance del término que en su tercera acepción propone la experiencia de lo fatigoso o abrumador; y sí, leer a László abruma. No sólo por su ejercicio sintáctico de la oración infinita, sino porque a esto se suma que en el ambiente no clarea aunque salga el sol. No hay brillo en los personajes, aunque en una primera lectura se los muestre en acción detrás de un propósito, el tiempo ficcional confirma que no hay misericordia en ellos porque en la revelación se confirma que en el hombre no hay singularidad, no hay fulgor.
Lo mortal es confirmar la ausencia de posibilidad. Lo mortal es confirmar que nada nos mueve más que el propio desprecio hacia nosotros mismos. Lo mortal es confirmar que no hay salida. Que todo es blanco y negro.
Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río (2003); Tango satánico (1985) y Melancolía de la resistencia (1989), se encuentran disponibles en Biblioteca País.